martes, 24 de enero de 2012

Siempre hay una forma de ser aventurero: Paddle to the sea



Esta entrada se la dedico a mi hermana, 
que lee este blog desde Estados Unidos 
y además fue la que me regaló este libro.

Escrito en 1941 por Holling C. Holling, este libro es, sin ningún género de duda, y con todo merecimiento, un clásico de la literatura infantil norteamericana. Y no sólo es un hito literario, sino que se ha convertido también en todo un símbolo y seña de identidad para la región de los Grandes Lagos, fronteriza entre Estados Unidos y Canadá. Lo mismo que podría significar para un sueco El maravilloso viaje de Nils Holgersson a través de Suecia, de Selmä Lagerlöf, que obtuvo el Premio Nobel en 1909, algo así es Paddle-to-the-sea para las gentes que habitan en toda esta gran área del centro-este del continente norteamericano. Desde Ontario y Minnesota, hasta el norte de Nueva York y Quebec, y más allá, hasta el Atlántico, son muchos millones de personas los que viven allí, a ambos lados de la frontera, en zonas salvajes de bosques inmensos o en grandes urbes industriales como Chicago, Detroit o Montreal.

Por todos estos lugares pasa Paddle-to-the-sea en su largo periplo, conociendo todos los secretos de los Grandes Lagos, todo aquello que ha forjado el carácter y la identidad de esta región y de sus gentes.


Pero, ¿Qué significa Paddle-to-the-sea? Se podría traducir como Remando hacia el mar. Sin embargo, Paddle no sólo es la acción principal del relato sino también su protagonista. Y no es otra cosa que una talla de madera que representa un indio a bordo de una canoa. Fabricado con todo esmero y cariño por un niño indio que vive en una cabaña junto al lago Nipigon, al norte del lago Superior, en Canadá, es este objeto inanimado el que nos transporta y sirve de guía excepcional a través de todos lo Grandes Lagos, y después por el río San Lorenzo, hasta alcanzar finalmente el océano distante.


Puesto que él mismo no puede realizar ese viaje, el niño indio crea a Paddle a partir de un trozo de madera y lo coloca sobre la nieve, en la colina que hay junto a su casa. En la parte de abajo de la canoa graba estas palabras: “Please put me back in water. I am Paddle to the sea.” Esto es, “Por favor, devuélveme al agua, soy Paddle to the sea.” (o también: “estoy remando hacia el mar”). Cuando llega el deshielo, Paddle es arrastrado por un arroyo hasta el río, y de ahí al Lago Superior. Así comienza un largo viaje que durará cuatro años. A través de veintisiete capítulos, de apenas una página de extensión cada uno, pero acompañados por las maravillosas ilustraciones del propio Holling, Paddle se ve empujado por las corrientes hacia múltiples aventuras, amigos, y peligros. Atravesando una inmensa distancia, siempre navegando de un lago a otro, va recalando en diversos lugares y el lector conoce así la geografía y la historia de la región, desde su medio natural hasta las industrias o actividades características de cada lugar. Y siempre encuentra una mano amiga que lo devuelve al agua cuando se queda varado o es recogido en alguna parte. Con algunos capítulos realmente emocionantes, como cuando sobre un tronco sobrevive a un aserradero, o se precipita por las mismas cataratas del Niágara, Paddle es testigo y protagonistas de algunas escenas inolvidables, como ninguna persona podría haberlo sido.


Esta reseña es de Aníbal Klondike, 
y la he sacado de aquí: http://sagacomic.blogspot.com/2008/06/resea-paddle-to-sea.html

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