domingo, 6 de noviembre de 2011

Capítulo 8: Fórmula 86. Ratonizador de Acción Retardada


"Las brujas" - Roald Dahl
¡Los niños son rrrepulsivos! —gritó La Gran Bruja—. ¡Nos desharremos de ellos! ¡Los borrrarremos de la fas de la tierrra! ¡Los echarremos por los desagües!
¡Sí, sí! —entonó el público—. ¡Deshacernos de ellos! ¡Borrarlos de la faz de la tierra! ¡Echarlos por el desagüe!
¡Los niños son asquerrosos y rrrepugnantes! —vociferó La Gran Bruja.
¡Sí, sí! —corearon las brujas inglesas—. ¡Son asquerosos y repugnantes!
¡Los niños son sucios y apestosos! —chilló La Gran Bruja.
¡Sucios y apestosos! —gritaron ellas, cada vez más excitadas.
¡Los niños huelen a caca de perrrol —chirrió La Gran Bruja.
¡Buuuuu! —gritó el público—. ¡Buuuuu! ¡Buuuuu! ¡Buuuuu!
¡Peor que la caca de perrro! —chirrió La Gran Bruja—. ¡La caca de perrro huele a violetas y a rrrosas comparrada con los niños!
¡Violetas y rosas! —canturreó el público. Aplaudían y vitoreaban casi cada palabra pronunciada desde la tarima. La oradora las tenía completamente fascinadas.
¡Hablarr de los niños me da ganas de vomitarr! —chilló La Gran Bruja—. ¡Sólo pensarr en ellos me da ganas de vomitarr! ¡Trraedme una palangana!
La Gran Bruja hizo una pausa y lanzó una mirada feroz a la masa de caras ansiosas. Ellas esperaban más.
Así que ahorra... —ladró La Gran Bruja—. ¡Ahorra tengo un plan! ¡Tengo un plan guigantesco para librrarrnos de todos los niños de Inclaterra!
Las brujas emitieron sonidos entrecortados y boquearon. Se miraron entre sí y se dedicaron vampíricas sonrisas de emoción.
¡Sí! —vociferó La Gran Bruja—. Les vamos a darr de garrotasos y de latigasos y vamos a hacerr desaparrrecerr a todos esos malolientes enanos de Inclaterrra, ¡de un golpe!
¡Yuupii! —gritaron las brujas, aplaudiendo—. ¡Sois genial, oh, Grandeza! ¡Sois fantabulosa!
¡Callarros y escuchad! —gritó La Gran Bruja—. ¡Escuchad con mucha atención y que no haya malentendidos!
El público se inclinó hacia adelante, ansiosas por saber cómo se iba a realizar este prodigio.
Todas y cada una de vosotrras —tronó La Gran Bruja— tiene que volverr a su ciudad inmediatamente y rrenunciarr a su trrabajo. ¡Dimitid! ¡Rrretirraos!
¡Sí! —gritaron—. ¡Lo haremos! ¡Renunciaremos a nuestros trabajos!
Y después de que hayáis degado vuestrros puestos —continuó La Gran Bruja—, cada una de vosotrras saldrrá a comprrarr...
Hizo una pausa.
¿A comprar qué? —gritaron—. Decidnos, oh genio, ¿qué debemos comprar?
¡Confiterrías! —gritó La Gran Bruja.
¡Confiterías! ¡Vamos a comprar confiterías! ¡Qué truco tan brillante!
Cada una de vosotrras se comprrarrá una confiterría. Comprrarréis las megorres y más rrrespetables confiterrías de Inclaterra.
¡Sí! ¡Sí! —le contestaron.
Sus horrorosas voces eran como un coro de tornos de dentistas taladrando todos juntos.
No quierro confiterrías de trres al cuarrto, de esas pequeñitas y abarrrotadas, que venden tabaco y perriódicos —gritó La Gran Bruja—. Quierro que comprréis sólo las megorres tiendas, llenas hasta amiba con pilas y pilas de deliciosos carramelos y exquisitos bombones.
¡Las mejores! —gritaron—. ¡Compraremos las mejores confiterías de cada ciudad!
No tendrréis dificultad en conseguirr lo que querréis —gritó la Gran Bruja— porrque ofrrecerréis cuatrro veces más de lo que valen y nadie rrrechasa esa oferrta. El dinerro no es prroblema parra nosotrras las brugas, como ya sabéis. Me he trraído seis baúles llenos de billetes nuevecitos y crrugientes. Y todos —añadió con una risita siniestra—, todos hechos en casa.
Las brujas del público sonrieron, apreciando la broma.
En ese momento, una estúpida bruja se puso tan excitada ante las posibilidades que ofrecía el ser propietaria de una confitería que se levantó de un salto y gritó:
¡Los niños vendrán a mi tienda como borregos y yo les daré caramelos y bombones envenenados y morirán como cucarachas!
La sala se quedó silenciosa de pronto. Yo VI que el diminuto cuerpo de La Gran Bruja se ponía rígido de rabia.
¿Quién ha dicho eso? —aulló—. ¡Has sido tú! ¡La de allí!
La culpable volvió a sentarse rápidamente y se tapó la cara con sus manos como garras.
¡Tú, rrrematada imbécil! —chirrió La Gran Bruja—. ¡Tú, espantago sin seso! ¿No te das cuenta de que si vas porr ahí envenenando niños, te coguerrán a los cinco minutos? ¡Nunca en mi vida he oído semegante chorrrada sugerrida porr una bruga!
Todas las demás brujas se echaron a temblar. Estoy seguro de que pensaron, como yo, que las terribles chispas candentes iban a empezar a volar otra vez.
Curiosamente, no fue así.
Si semegante tonterría es lo único que se os ocurrre —tronó La Gran Bruja—, no me extraña que Inclaterra siga estando infestada de asquerrosos chiquillos.
Hubo otro silencio. La Gran Bruja miró con ferocidad a su público.
¿No sabéis —les gritó— que las brugas sólo trrabagamos con maguía?
Lo sabemos, Vuestra Grandeza —contestaron todas—. ¡Por supuesto que lo sabemos!
La Gran Bruja se frotó las huesudas manos enguantadas y gritó:
¡Así que cada una de vosotrras serrá prropietarria de una magnífica confiterría! ¡El siguiente paso es que cada una anunciarrá en el escaparrate de su tienda que en cierrta fecha serrá la Grran Inaugurración y habrrá carramelos y bombones grratis parra todos los niños!
¡Acudirán como moscas, esos brutos glotones! —gritaron las brujas—. ¡Se pegarán por entrar!
Luego —continuó La Gran Bruja—, os prreparrarréis parra la Grran Inaugurración poniendo en todos los carramelos, bombones y pasteles de vuestrras tiendas ¡mi última y más grrandiosa fórrmula máguica! ¡Se llama FORRMULA86, RRATONISADORR DE ACCION RRETARRDADA!
¡Ratonizador de Acción Retardada! —corearon todas—. ¡Ha vuelto a conseguirlo! ¡Su Grandeza ha confeccionado otro de sus maravillosos niñicidas! ¿Cómo se prepara, oh Genial Maestra?
Eguerrcitad la paciencia —respondió La Gran Bruja—. Primero, voy a explicarros cómo funciona mi Fórrmula 86. Rratonisadorr de Acción Rretarrdada. ¡Escuchad con atención!
¡Os escuchamos! —vocearon las otras, que ahora estaban saltando en sus sillas, de pura excitación.
El Rratonisadorr de Acción Rretarrdada es un líquido verrde —explicó La Gran Bruja— y con una sola gotita en cada carramelo o bombón serrá suficiente. Esto es lo que sucede:
»El niño come un bombón que contiene Rratonisadorr de Acción Rretarrdada...
»El niño se va a su casa encontrrándose bien...
»El niño se acuesta, encontrrándose bien aún...
»El niño se levanta porr la mañana, y sigue estando bien...
»El niño se marrcha al coleguio, y todavía está normal...
»La fórrmula, ¿comprrendéis?, es de acción rretarrdada, y todavía no le hace efecto.
¡Comprendemos, oh Talentuda! —gritaron las otras—. Pero, ¿cuándo empieza a hacer efecto?
¡Empiesa a hacerr efecto a las nueve en punto, cuando el niño está llegando al coleguio! —gritó La Gran Bruja, triunfante—. El niño llega al coleguio. El Rratonisadorr de Acción Rretarrdada empieza a hacerr efecto rrápidamente. El niño comiensa a encoguerrse. Comiensa a salirrle pelo porr el cuerrpo. Comiensa a crrecerrle un rrabo. Todo esto sucede en veintiséis segundos exactamente. Después de veintiséis segundos, el niño ya no es un niño. ¡Es un rratón!
¡Un ratón! —gritaron las brujas—. ¡Qué idea tan fantabulosa!
¡Las clases serrán un herrviderro de rratones! ¡Rreinarrá el caos en todos los coleguios de Inclaterra! ¡Los prrofesorres se pondrrán a darr brrincos! ¡Las prrofesorras se subirrán a los pupitrres levantándose las faldas y chillando «Socorrro, socorrro, socorrro»!
¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! —vociferaron las otras.
¿Y qué sucederrá a continuación en todos los coleguios? —gritó La Gran Bruja.
¡Decídnoslo! —clamaron—. ¡Decídnoslo, oh Talentuda!
La Gran Bruja estiró su escuálido cuello y sonrió a su público, mostrando dos hileras de dientes puntiagudos y ligeramente azulados. Alzó aún más la voz y gritó:
¡Aparrecen las rrratonerras!
¡Ratoneras! —exclamaron las brujas.
¡Y el queso! —gritó La Gran Bruja—. ¡Todos los prrofesorres corrren de acá parra allá comprrando ratoneras, poniéndoles el queso y colocándolas porr todas parrtes! ¡Los rratones mordisquean el queso! ¡Los muelles saltan! ¡Porr todo el colegio, las ratoneras hacen clac y las cabesas de los ratones ruedan porr el suelo como canicas! ¡En todo Inclaterrra, se oirrá el chasquido de las rrratonerras!
Al llegar a este punto, la horrenda Gran Bruja empezó a bailar una especie de danza brujeril de un lado a otro de la tarima, golpeando el suelo con los pies y dando palmas. Todo el público acompaño las palmas y el pateo. Armaban un estruendo tan grande que yo pensé que, seguramente, el señor Stringer lo oiría y vendría a llamar a la puerta. Pero no fue así.
Entonces, por encima del ruido, oí a La Gran Bruja cantando a voz en cuello una perversa canción:
¡A los niños hay que destrruirr,
herrvirr sus huesos y su piel jrreírrl
¡Desmenuzadlos y trriturradiós,
estrrugadlos y machacadlos!
Con polvos maguicos dadles bombones,
decidles «come» a los muy glotones.
Llenadles bien de dulces prringosos
y de pasteles empalagosos.
Al día siguiente, tontos, tontuelas,
irrán los niños a sus escuelas.
Se pone rroga cual amapola
una niñita: «¡Me sale cola!».
Un niño pone carra de lelo
Y grrita: «¡Auxilio, me sale pelo!».
Y otrro berrea al poco rrato:
«¡Tengo bigotes como de gato!».
Un niño alto dice guimiendo:
«¡Cielos, ¿qué pasa?, estoy encoguiendo!».
Todos los niños y las niñitas
en vez de brrasos tienen patitas,
y de rrepente, en un instante,
sólo hay rratones, ningún infante.
En los coleguios sólo hay rratones
corrreteando por los rrincones.
Enloquecidos, los prrofesorres
grritan: «¿Por qué hay tantos rroedorres?».
A los pupitrres suben ansiosos
y chillan: «¡Fuerra, bichos odiosos!».
«¡Que alguien traiga una rratonerra!».
«¡Trraed el queso de la queserra!».
Las rratonerras tienen un muelle fuerrte
que salta y que suena a muerrte,
y su sonido es tan musical...
¡Es una música celestial!
Rratones muerrtos porr todas parrte
grracias a nuestrras perrverrsas arrtes.
Los prrofes buscan con grran carriño,
perro no encuentrran un solo niño.
Grritan a corrro: «¿Adonde han ido
todos los niños, qué ha sucedido?».
«Es en verdad un extraño caso,
¿dónde se ha visto tanto rretrraso?».
Los prrofes ya no saben qué hacerr,
algunos se sientan a leerr,
y otros echan a la basurra
a los rratones con grran prremurra
¡MIENTRRAS LAS BRUGAS GRRITAMOS HURRRA¡
Próximo capítulo: La receta (dentro de muy poco)

9 comentarios:

  1. Ya me lo he leído profesor, aunque la gran bruja tiene mala leche ( soy Juan Antonio Mayo Ruiz )

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  2. Podría haber sido una bruja cantautora.Ya me lo he leído. :)
    Araceli Romero

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  3. Roberto Moreno Fernández10 de noviembre de 2011, 20:55

    leido!=) Creí que la canción esa no iba a terminar

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  4. LEÍDO,PROFE. JESÚS MORENO.

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  5. Ángela Del Pozo Granados10 de noviembre de 2011, 21:31

    No me acordé de leerlo.
    Un poco tarde pero leído;)

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  6. Ya me lo he leído profe!!!:)
    Lucía Aguilera Rivas

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