jueves, 6 de octubre de 2011

Cosquillas en la mente



Un libro es una caja. En un libro caben muchas palabras, diferentes tipos de letras, dibujos, números que señalan el paso o, por qué no, el salto de una página a otra, salto que nunca es mortal. En un libro hay blancos, como claros de bosque; hay signos de puntuación, señales de tráfico que nos dejan respirar y generan una música callada, un ritmo de variaciones que nos hace bailar sin movernos de la silla; espacios entre líneas por donde circulan pensamientos traviesos, seres invisibles que hacen cosquillas en la mente y en el corazón y nos despiertan para multiplicar nuestros sueños, para que la vida se llene de colores, para cambiar la ruta de vez en cuando.  


Así prologa Mario Merlino un libro de Gianni Rodari que he encontrado en la biblioteca del cole. Me pregunto si alguien ha leído este libro ya. Me refiero a alguien de mi entorno, alguien que tenga acceso a esta biblioteca. Algunas veces pienso que si, que alguien parecido a mi ya lo cogió y de pronto me siento unido a una parte de la gran familia que somos los lectores, otras veces se me pasa por la cabeza que a lo mejor soy el primero en descubrirlo y me siento único, especial, unido por el destino a un autor que me habla al oído.
Los libros te encuentran de manera mágica, es el destino, es así, nadie puede discutirlo, el que lee mucho lo sabe. Por eso invito a mis alumnos a que se hagan con ese pasaporte al mundo que es el carnet de una biblioteca. Estoy seguro de que alguno adquirirá, junto al carnet, un destino mejor y más feliz. Un libro espera impaciente, agazapado, sonriente, para alegrarnos el día y la vida, como dice Mario, haciéndonos cosquillas en la mente, cambiándonos la ruta de vez en cuando.

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